Las hojas muertas

Ahí está de nuevo, dubitativa e impuntual esta vez, la estación del otoño con su cortejo de nieblas matinales, el sol de la caricia y el escalofrío acechándonos a la sombra, la estación sensitiva en que Juan Ramón veía desnudarse a la vida, “la cárcel pura,/ en que el cuerpo hecho alma se enternece” en los campos desvelados por las primeras lluvias y en los jardines alfombrados de hojas muertas. ¡Cómo menguan los días, qué veloz va deslizándose el tiempo de luna en luna, de afán en afán, convertido el estío soberano en el día abreviado de nuestras cuitas! Tensan los nervios, crujen las almas frágiles aliviadas apenas por el remedio químico, acaso refugiadas en la propia nostalgia que provocan estos atardeceres pausados, hechos de azules miríficos y rojos tachones violando la paz de los malvas más piadosos, o la vista crecida del regajo en torno al que levantan su yelmo amarillo las primeras matricarias y sus blandos morados la lavanda fragante. El olivar se eclipsa en el misterio oscuro del envero, la aceituna camino ya del lagar, y empuja la bellota –fruto jupiterino que Circe ofreció a Ulises– anunciando dulzuras desde su marrón cordobán, mientras la seta emerge erguida sobre el tallo, que es todo el campo el que está alerta previniendo los fríos del Adviento. El cuerpo no es ajeno a esta lenta agonía y el nervio a flor de piel remueve las entrañas, la hojarasca enredada entre los pies, y la paz reservada, inaccesible, celada en el erizo que aguarda en el castaño, lírica víctima de la estación dorada este ánimo medroso del otoño, “encantamiento de oro” pero implacable turbador del alma. Vamos a compás de la vida, acatando su ritmo, “la excelsitud de su verdad divina”, marionetas serviles a los hilos del tiempo que nos vive imponiéndonos las leyes implacables del Gran Titiritero.

 

Hay leña en los hogares, llamaradas altivas de hojarasca o lentas del raigón, silencios suspendidos como jaulas vacías. Qué inquietud en la paz, cuánta aguja de miedo alterando los ritmos del más ligero sueño. El otoño nos guía decidido al solsticio en que la noche breve dará paso a la vida, de nuevo el cangilón chorreando años perdidos en la noria que sube y baja eternamente. Va en el aire suave de la tarde la duda suspendida y nosotros cruzamos ante ella, mientras el sol se oculta y las noches acechan de nuevo en el insomnio. Amado otoño de oro que nos entierra cada año en su tumba de hojas.

16 comentarios para “Las hojas muertas”

  1. Epi dice:

    Precioso este lírico desgarrón del alma, zaherido por las mil agujas de la nostalgia que aún dejan un resquicio para alentar esperanzas. Bienvenida sea la química que suaviza la áspera piel del desconsuelo.

    ¿Y sabe una cosa, mi don JA? Me ha hecho ir al buscón del DRAE para comprobar que desconocía el significado aceitunero de la palabra lagar. Estaba seguro de que si usted lo utilizaba el ignorante era yo. Y fíjese que en mis ocho apellidos llevo dos Lagares. (Como para que no le guste a uno el vino…)

  2. Epi dice:

    Coñe, que se me olvidaba: no hace ni tres días que gracias al youtube, puse y repetí dos o tres veces Les feuilles mortes de Yves Montand.

  3. johnnothing dice:

    Don Epi,por los árabes se suele emplear el término almazara, que no es fea palabra, pero a mi también me gusta más lagar.

  4. Epi dice:

    Almazara, mi don Johnnothing, es el término que siempre oí utilizar. Esta mañana, por la dirección del viento, me llegó por primera vez este otoño el olor de la núbil aceituna prensada.

  5. Pangloss dice:

    Precisión: “almazara” es el molino de aceite; lagar, lugar donde se deposita la aceituna, la uva y otros frutos.

    Aparte de rodo, ¿no se han dado cuenta los casineros de la belleza de esta columna? Personalmente me descubro ante la capacidad de esta criatura para hacer poesía con la misma mano fina con que hace sociología.

  6. Prof dice:

    Observen en silencio cómo resuenan el endecasílabo y el alejandrino como varados en medio de la prosa. Don ja, por favor, prodigue estos oasis, que falta nos hace a todos, aunque comprendo que no corren buenos tiempos para la lírica. ¡¡¡Enhorabuena!!!

  7. Rogelio dice:

    Bellísimo. No encontraremos en el periodismo actual muchos ejemplos de capacidad equiparables ¿Para cuándo un libro antológico de estas bellas columnas? Es una pena que se pierdan como ocurre con toda literatura efímera..

  8. Clara y Elisa dice:

    SE agradece en estos tiempos. Mucho. Es como un soplo de aire refrescante. Todo nuestro entusiasmo.

  9. Carmen dice:

    Que maravillosa sorpresa al leer su columna hoy!!! Regalenos de vez en cuando una columna como ésta!

  10. Eleuterio dice:

    Es que este sociólogo es, ante todo, un poeta que se aplica a sí mismo –se ríe de su sombra– lo que Max Estrella decía, aquello de “nací para poeta y me acanallé perpetrando versos.y haciendo traducciones…”. Pocos artículistas escriben con esa íntima fuerza lírica, aunque jagm no se prodigueen este ramo. ¡Lástima!

  11. cura de pueblo dice:

    Sabe tocar los centros de la emoción, ¿o es que no lo sabían ya? El año pasado ya publicó don ja otra “otoñada” si cabe más hermosa, lo que demuestra su sensibilidad, me temo, ay, que herida por la estación. Nos ponemos líricos cuando nos duele el alma. Sin estremecimiento no hay poesía.

  12. Epi dice:

    (Sé que me voy a poner muy visto, pero. Ya es costumbre que en los fines de semana los chicos a quienes paga el Anfitrión su fielato hagan puenting).

    Mi don Rogelio: Hace ya un tiempo abrí una carpeta en Documentos. Se llama, cómo no, JAGM. Y ahí tengo una colección, tampoco demasiado grande, no crean, de artículos de este hombre. Es una sugerencia.

    Y además tengo una app en el ipad llamada ‘pages’ que lee documentos en word. Que se le va a hacer, son los tiempos que corren.

  13. Miller N.Y. dice:

    Aprovecho el domingo para dejar constancia de mi nostalgia frente a “nuestro” otoño, del que puntualmente se ocupa nuestro amigo ja cada año. Siempre creí que, soin mm enoscabo de otras orientaciones profesionales, jagm, mi viejo compañero, el profesor desilusionado, el “ágrafo” durante décadas, nunca debería haber dejado de hacer crítica literaria (como la que escribía en Revista de Occidente, Cuadernos H-Americanos, Ínsula…). Pero comprendo que la vida nos va imponiendo límites. ¡seguro que él podría decir de mí muchas cosas por el estilo!

  14. Berenice (desde lejos) dice:

    Leí con retraso el esperado artículo (estaba segura de que lo escribiría un día de estos) y me ha encantado ese registro que ya conocemos y que tan celosamente guarda bajo llave jagm. Es una lástima, qué le vamos a hacer, aunque hay que reconocer que su tarea diaria y su lucha por informarnos y aclarar criterios sobre tantos asuntos, me parece importantísima.

  15. Córdoba dice:

    Unas paletadas de lirismo para sofocar este incendio de mediocre miseria. Muy necesario cuando la prensa se reduce cada vez más al chismorreo político y éste a una dialéctica elemental de buenos y malos. ¿Quién dijo que no son estos tiempos para la lírica?

  16. Marta dice:

    Merci, don José Antonio. El otoño siempre ha sido mi estación madrileña preferida.
    Un beso a todos los casineros.

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